El poder de las Palabras
El científico japonés Masaru Emoto, dedicó gran parte de su vida a estudiar el agua. Sus estudios se basaron en observar muestras de agua congelada a través de microscopios muy potentes y ver qué cambios a nivel molecular ocurrían cuando el agua era sometida a la carga vibracional de las palabras y las intenciones.
Su investigación concluyó que cuando el agua era sometida a palabras o intensiones positivas, esta reaccionaba mostrando a través del microscopio, la formación de cristales fractales armónicos, casi perfectos. Por otra parte, cuando esa misma muestra de agua era sometida a palabras o intensiones negativas, esta reaccionaba formando cristales poco desarmónicos, deformes, o simplemente, no mostraba la formación de cristal alguno. Su estudio se denomina “Mensajes del agua” y hoy es posible ver un documental en YouTube (Ver vídeo) con el mismo nombre que es de fácil acceso para cualquier persona que quiera indagar más sobre el tema.
En ocasiones, nuestra parte racional se resiste a creer que los seres humanos tenemos la capacidad de modificar nuestro entorno a través de nuestras palabras y nuestras intenciones. Si partimos de un principio científico que nos muestra que el agua tiene la capacidad de reaccionar a la energía que nosotros proyectemos sobre ella y lo complementamos preguntándonos ¿de qué estamos compuestos los seres humanos?, la respuesta es simple, de agua.
Los seres humanos somos agua en mas de un 50%. En los niños pequeños este porcentaje en su organismo puede llegar a ser mas del 80%. Así que, si científicamente comprobamos que el agua vibra y cambia de acuerdo a la energía que proyectemos sobre ella, preguntémonos ¿cómo crees que vibra un niño pequeño cuando se le dice: “No sirves para nada, eres un inútil, cállate, te odio, me tienes harto, pareces bobo, etc.”?
Hoy en día los colegios combaten el Bullying o lo que conocemos también como matoneo, porque entienden que las palabras y los pensamientos tienen el enorme poder de cambiar a una persona, de afectarla negativamente, especialmente a los niños que son más vulnerables y sensibles.
No somos conscientes del enorme poder que esconden nuestras palabras y nuestras intenciones, buscamos restarle importancia a lo que decimos o pensamos. El chisme, la crítica destructiva, la burla, la envidia, el odio, el resentimiento, son sentimientos y acciones cotidianas a las cuales nos les prestamos mucha atención. Tal vez, si entendiéramos y fuéramos un poco más conscientes, no solo de saber el enorme bienestar que podemos generarle al universo tan solo con hablar y pensar positivamente, sino de saber que toda acción genera una reacción y que una de las leyes universales es la de la correspondencia, sabríamos que somos responsables de absolutamente todo lo que se presenta en nuestras vidas y que si vibramos en modo negativo, así mismo el universo se encargará de manifestarse negativamente, pero si vibramos en modo positivo, el universo también se encargará de recompensárnoslo. Así, lograríamos vivir más felices, tranquilos y ligeros.
“Siente, Perdona, Agradece, Ama”
